Guarda los tomates en la nevera? ¿Sacas la fruta de los envases y la colocas en el frigorífico, aunque no la comes hasta días más tarde? Si es así estás cometiendo algunos de los errores más comunes que se producen al meter la compra en la nevera.
Este electrodoméstico es uno de los más utilizados de la casa, pero pese a esto, cada día tenemos fallos que hacen que unos alimentos contaminen a otros, que pierdan nutrientes, se rompa la cadena de frío y, por último, que no se aproveche el frigorífico como debiera.
En primer lugar, tenemos que realizar la compra de forma responsable, es decir, empezando por los productos no perecederos y terminar por los productos frescos y congelados, porque el tiempo que pueden permanecer a altas temperaturas constituye un factor crítico para su conservación”, afirma Enrico Frabetti, director de Política Alimentaria, Nutrición y Salud de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB). “Tras realizar la compra toca guardar los alimentos siendo este paso determinante para conservar su aroma, sabor, aspecto y nutrientes, por lo que es importante colocar los alimentos según sus necesidades, leyendo sus etiquetas y soportes informativos”.
Antes de incorporar los productos tenemos que fijarnos en la temperatura: la refrigeración óptima debe oscilar entre los 0 y los 5ºC (utilizar un termómetro puede ser una buena técnica para ajustar la potencia frigorífica en función de la carga). Además, durante los meses de verano tenemos que tener en cuenta dos aspectos: ante las altas temperaturas tendemos a guardar todos los alimentos en el frigorífico, sin saber que para muchos productos alimenticios esto supone una pérdida de sus propiedades nutricionales y organolépticas.
Por otro lado, si dejamos los alimentos a temperatura ambiente, pueden llegar a descomponerse, por lo que hay que vigilarlos y no dejarlos durante mucho tiempo fuera para evitar la proliferación de ciertos microorganismos.
¿Dónde pongo cada alimento?
El primer paso que hay que dar es ubicar los alimentos según las distintas temperaturas interiores del frigorífico, evitando posibles contaminaciones cruzadas
- En los estantes superiores: alimentos cocinados (sobras de comida envasadas, recipientes con conservas no utilizadas en su totalidad…).
- En el centro: productos lácteos (yogures, quesos…), huevos y embutidos.
- En los estantes inferiores: alimentos crudos y perecederos (como carnes y pescados) y productos en descongelación, en envases cerrados y con rejillas inferiores para que no estén en contacto con los líquidos que desprenden.
- En los cajones: algunas frutas y hortalizas. “No laves las frutas ni verduras antes de introducirlas en tu frigorífico”, recomienda el experto. “¡Espera al momento de su consumo!”.
- En la puerta: bebidas, margarinas, salsas, etc.
“Usa recipientes herméticos (dejando en su interior la menor cantidad de aire), papel de aluminio o envoltorios de plástico para proteger los alimentos”, añade el experto.
¿Qué alimentos no necesitan refrigeración?
Guardar alimentos en la nevera que no tienen que estar allí puede suponer una pérdida de nutrientes. Este es el caso de algunas frutas y hortalizas. Estos alimentos deben colocarse siempre en un lugar fresco y seco.
“Algunas frutas, como por ejemplo el kiwi, la pera, la manzana o la sandía (climatéricas) maduran a temperatura ambiente una vez que se recogen de la planta, por lo que si estas frutas se conservan a una temperatura muy baja el almidón se transforma más rápidamente en azúcar”, especifica.
Otras frutas como el tomate, cuando está verde, tampoco deberían guardarse en la nevera. Para que madure adecuadamente se debe mantener a 20º y protegido de la luz, ya que ésta transforma los pigmentos rojos en clorofila.
Por último, otro de los alimentos que también debería evitar el frigorífico son las patatas: la humedad puede alterar su sabor, por lo que es mejor mantenerlas en un lugar fresco y alejado de la luz. Lo mismo ocurre con los ajos y las cebollas.
¿Mejor guardar los productos en un tupper?
Utilizar correctamente los envases y los diferentes sistemas que existen para almacenar los alimentos conseguirá que conserven mejor su frescura y se reduzca el riesgo de intoxicaciones alimentarias.
Además, si se abre un producto y no se consume en su totalidad, se debe retirar el envase original y trasladarlo a un recipiente hermético para su conservación en el frigorífico.
Sigue las siguientes pautas:
Sigue las siguientes pautas:
- Tuppers y botes de cristal con tapa herméticos: son ideales para el almacenamiento de alimentos en la despensa, así como para guardar en la nevera líquidos sobrantes o alimentos semisólidos.
- Envases de frutas y verduras: están diseñados para mantener la frescura del producto durante más tiempo, por lo que no es recomendable abrirlos hasta que vayan a ser consumidos.
- Envasado al vacío: la extracción de aire de los envases favorece que los alimentos se mantengan durante más tiempo sin alterar sus características. Puedes probar con carnes, hortalizas, embutido.
- Bolsas de plástico: muy útiles para conservar los alimentos, aprovechando al máximo el espacio. También son muy adecuadas para mantener frescas las frutas y verduras, siendo especialmente cómodas si disponen de sistema de apertura y cierre.
- Film transparente: protege de la humedad y los olores. Es apto para la congelación y algunos son también aptos para el microondas.
- Papel de aluminio: se recomienda que sea resistente a la congelación, ya que es menos probable que se desgarre. ¡Recuerda que no se debe introducir en el microondas!
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