Diferencias entre Bio, ecológico y orgánico
A la hora de decidirte por una fruta una hortaliza o cualquier otro alimento hay una serie de etiquetas que es necesario conocer para hacer una elección informada sobre lo que estás consumiendo.
Aprende estas diferencias para saber lo que comes y de dónde viene.
Todos sabemos que para emprender el camino del bienestar es muy importante comer sano, y esto depende tanto de nuestra dieta como de los productos que elegimos consumir cada día. Cuidar la dieta, es decir, llevar una alimentación equilibrada y variada es tan importante como saber lo que comemos y comer productos cultivados de manera que sus nutrientes no se hayan visto modificados.
Cada vez más y sobre todo en las grandes ciudades, es fácil encontrarse con frutas desnaturalizadas, apenas sin sabor. Un ejemplo recurrente son los tomates que encontramos en algunos supermercados o esas manzanas que tardan varios meses en estropearse, algo que es bastante sospechoso y nos hace pensar sobre la procedencia de estas frutas.
La clave está en un consumo responsable
Lo que sí es cierto es que el sabor de una fruta y su frescura son indicadores de que estamos comiendo un producto natural, que conserva sus propiedades y que no ha pasado por tratamientos que demoran la maduración. Los comercios nos ofrecen enormes tomates que parecen sacados de una fábrica, rojísimos y perfectos, manzanas que parecen salidas del cuento de Blancanieves y que duran meses en la encimera de tu cocina, enormes frutos a veces insípidos de procedencia dudosa. Muchas veces un envasado demasiado aparatoso les delata: las frutas no necesitan más envoltorio que la piel que ha diseñado la naturaleza para ellas, y demasiados plásticos son innecesarios además de insostenibles para el medio ambiente.
Otro factor muy importante para elegir la procedencia de lo que comes es éste que acabamos de mencionar, si su manera de cultivo ha sido respetuosa con el medio ambiente. Esto significa que se haya respetado la riqueza de los suelos sin utilizar sustancias químicas, que no amenace a la biodiversidad de una zona, como por ejemplo los monocultivos del polémico aceite de palma, y que no hayan sido modificados genéticamente para conseguir que los frutos sean más gordos o que florezcan cuando no les toca.
La razón por la que los productos de la tierra que compramos en las grandes ciudades sean cada vez más artificiales suele ser económica, ya que para optimizar los gastos de producción y aumentar su rentabilidad se llevan a cabo prácticas con las que no todo el mundo comulga. Cultivos intensivos, fertilizantes con metales pesados y alimentos modificados genéticamente suelen estar en el punto de mira de instituciones y consumidores ya que no solo afectan al sabor de los productos, sino que pueden también alterar sus propiedades nutricionales.
¿Ecológico, biológico u orgánico?
Según el reglamento europeo y español estos tres términos no tienen diferencia, serían sinónimos y la diferencia sería una cuestión de lenguas: ecológico sería el término castellano, biológico el francés y orgánico el inglés. Los alimentos con la etiqueta ecológico siguen una regulación europea controlada y han sido producidos acorde a los reglamentos sobre agricultura ecológica de la UE, cuyas principales exigencias son respetar el medio ambiente, respetar el nivel de biodiversidad, preservar los recursos naturales y promover el bienestar de los animales.
Generalmente hablamos de frutas y verduras, pero los productos bajo estas etiquetas proceden de la agricultura, por lo que no solamente estarían la fruta y la verdura sino también carnes, lácteos, aceites y otros alimentos producidos por la mano del hombre. Básicamente todo lo que comemos. Asimismo, muchos de los tejidos que utilizamos como el algodón proceden de la naturaleza, y su origen también debe ser conocido si queremos contribuir a la sostenibilidad.
A pesar de esto, sí existen algunas diferencias entre estos tres términos y se usan para destacar una cualidad del producto sobre las demás.
La palabra ecológico se referiría a que el producto ha sido cultivado siguiendo un proceso de producción respetuoso con el medio ambiente, de manera que se han empleado las mejores prácticas medioambientales dirigidas a preservar al máximo los recursos naturales. Para ello se han aplicado las normas más exigentes sobre el bienestar animal, además de haber usado energías renovables en su práctica.
Los productos biológicos son aquellos que no han sufrido manipulación genética alguna durante su proceso de producción y llevan a cabo un proceso natural de selección de especies, respetando la biodiversidad y contribuyendo a la mejora del patrimonio genético de las especies.
Cuando se habla de un producto orgánico nos referimos a que durante su producción no se han utilizado productos químicos o pesticidas artificiales en la producción. Si se trata de animales estos se han alimentado con comida natural y no se les administran hormonas o antibióticos. Se dice que estos elementos pueden influir en la salud de los consumidores y están relacionados con intolerancias y alergias. De la misma manera, los pesticidas y productos químicos utilizados en algunos casos pueden alterar la calidad y fertilidad de los suelos, lo que afectaría a la biodiversidad de los subsuelos, a la productividad de las tierras y a la pureza de los manantiales de aguas subterráneas.
La controversia de los transgénicos
Los organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos son organismos cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería genética o selección artificial. Estas modificaciones se utilizan para conseguir que los alimentos tengan propiedades que favorezcan su cultivo, como el que sean resistentes a determinadas plagas o conseguir una mayor productividad.
La controversia llega a partir de evidencias en las que se ha demostrado que los productos transgénicos pueden llegar a ser peligrosos para la salud, además de para el medioambiente. Organizaciones ecologistas como Greenpeace luchan activamente contra el uso de transgénicos por su impacto no sólo en el medioambiente sino en la economía global ya que determinan la economía productiva de muchos países pobres, mientras que la posición de la ONU no reconoce que los transgénicos tengan efectos negativos sobre la salud ni sobre el medioambiente. El debate está servido.
Para asegurar que tu alimentación sea equilibrada y variada, os recomiendo que visites el mercado de tu barrio, que consumas productos de temporada y que hayan sido producidos cerca de tu casa para reducir la huella de carbono de los productos que consumes. Tu cuerpo y el planeta te lo agradecerán.
Muchas gracias por esta valiosa información Rodrigo.
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